lunes, 14 de marzo de 2011

Quentin, te quiero / Tarantino, te odio

Carta abierta de un fanboy bipolar que repasa a grandes rasgos la carrera de Mr. Q:

Quentin, te quiero por esa filmoteca que tienes por cabeza de tus días de currante en un videoclub de Manhattan Beach en Los Ángeles. Porque de tu melón nació la historia de amor verdadero de Clarence y Alabama, aunque aquí la tildáramos como Amor a quemarropa. Te quiero por darnos a Drexl y por poner palabras a una de las muertes más dignas del Hollywood moderno con ese cara a cara entre Dennis Hopper y Christopher Walken rodado por Tony Scott. Porque además tuviste dignidad y no quisiste aparecer como guionista en la tergiversación que hizo Oliver Stone de tu historia original de Mickey y Mallory en Asesinos Natos.



Quentin, te quiero porque irrumpiste como director y actor descubriéndonos el verdadero significado de cierta canción de Madonna. Porque rodaste una intensa intriga de ladrones, policías y atracos frustrados en apenas cuatro escenarios.

Tarantino, te odio porque cada vez que escucho “Stuck in the middle with you” veo a un sádico y bailarín Michael Madsen torturando a un policía. Porque al poner de moda el “Hooked on a Feeling” salieron multitud de remixes infumables de la versión de Blue Swede. ¡Si hasta El Corte Inglés se aprovechó del tirón de la canción de marras!


Quentin, te quiero porque nos enseñaste a distinguir las pequeñas diferencias de lo mundano. Porque un masaje en los pies no es solo un masaje en los pies. Por mostrar la lealtad humana por un simple reloj de pulsera. Porque has conseguido que creyentes y ateos memoricen tu versión de un pasaje de la Biblia, Ezequiel 22 17 para ser exactos. Por ese baile de Vince y Mia. Y por solucionar problemas de forma eficiente. No hemos probado tu café pero dicen que es delicioso.




Tarantino, te odio porque la Big Kahuna no existe y porque los cigarros Red Apple no los venden en los estancos. Porque tu chiste de Desperado no me hizo gracia. Te odio porque mientras bebías cerveza por la pierna de Salma Hayek estabas saliendo con Poderosa Afrodita.

Quentin, te quiero por la divertida y estúpida apuesta que pueden hacer tres ricachones borrachos en una Nochevieja en la suite de un Hotel de cuatro habitaciones. Te quiero por las agallas de Pam Grier/Jackie Brown. Por la pérdida de papeles de De Niro con Bridget Fonda y por el diálogo posterior con Samuel L. Jackson en la furgoneta.

Tarantino, te odio por el díptico vacío que es Kill Bill. A pesar de su espectacularidad y de rescatar a tu diva y musa (una Uma que estaba dando tumbos) no nos contaste nada. Solo en momentos muy puntuales, como el monólogo final de Bill, se aprecia algo de tu esencia. Y a pesar de todo nos entretuvo.




También te odio por tu otro díptico “a pachas” con tu amigo Robert Rodríguez donde aburriste al personal. Al igual que en la larguísima escena del bar en Malditos Bastardos, donde más de uno bostezó; Hablando de tu película ambientada en la II Guerra Mundial, te odio porque nos vendiste un escuadrón de bastardos para solo presentar a 5 de ellos, y dos de forma muy desdibujada. En realidad fue la historia de otra venganza más, esta vez de una joven judía, donde demostraste tu amor al cine en forma de continuos homenajes.

Pero Quentin, te quiero por regalarnos el maravilloso personaje de Hans Landa y descubrir al mundo a Christopher Waltz. Soberbio ese primer capítulo en la lechería de Lapadite.



Ahora parece que andas enfrascado en un nuevo proyecto para rodar tu deseado spaghetti western en España, y con Enio Morricone a la partitura. Será un nuevo homenaje cinéfilo al maestro Leone y al subgénero de buenos, feos y malos del Oeste. Un servidor la esperará con impaciencia para seguir queriéndote y odiándote, Quentin Tarantino.

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Artículo escrito y publicado para la sección de cine La madriguera de Topos de la web El nido del Canalla

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